Kafka

Mi experiencia poniendo una denuncia en un MP

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Tras las cosas que viví online me recomendaron poner una denuncia. Yo tenía esta idea de que iba a ser inútil pero aún así lo hice porque no se me ocurrió qué otra cosa hacer para poner un límite a mi(s) ciberacosador(a/s).

Al venir por primera vez a levantar la denuncia me quedé esperando siete horas hasta que me pasaron a tomar mi declaración.

A un costado de los famosos “separos”, que es a donde llevan a los presuntos criminales antes de pasarlos a un reclusorio, hay unas oficinas en las que los fiscales escriben “los hechos”. Pero al hacerlo, te van guiando de manera que lo que declaras tenga sustento en lo legal y pueda ser «denunciable», por así decirlo, así que las carpetas que se abren no necesariamente dicen lo que ocurrió sino lo que los fiscales consideran que deben decir.

En mi segunda  visita para dar seguimiento a mi carpeta fue casi dos meses después de la denuncia (por cada denuncia se abre una carpeta) me citó la lic. Ana Mariel García Robledo. Al llegar, solamente estaba su asistente. Buscaron en múltiples libreros y escritorios y no encontraron la carpeta. Menos mal que yo llevaba una copia, sino ¡qué lío! Aquello está muy lejos de funcionar digitalizado.

Si bien, algunas personas que denuncian un crimen, a fuerza de insistir, logran algo: encontrar a personas perdidas, recuperar objetos robados, etc. Esto únicamente sucede a fuerza de ser muy insistentes. Lo cierto es que:

La justicia en México es un privilegio de quien sabe sobornar a las personas adecuadas.

En esta ocasión me ofrecieron un abogado de oficio. Según esto, ya en este siguiente paso van a “girar un oficio” para que la policía cibernética me atienda. Y a ver si pueden ver quién tiene mi teléfono intervenido. A veces, además de que escuchan mis conversaciones, se desvían las llamadas y contesta alguien que no sé quién es:

https://cafeconletras.mx/wp-content/uploads/2022/09/Desvio-de-llamadas.mov

Solo falta que me digan que la policía cibernética me dé tips para que cambie mis passwords y que active las autenticaciones en dos pasos para que esta experiencia se vuelva hilarante.

No creo en la policía y sus métodos; esto solo lo hago para contarles cómo me va. Asumo que denunciar es una pérdida de tiempo y al menos voy a narrar la experiencia con la esperanza de qué tal vez, algún día las cosas en los ministerios públicos mejoren. 

De menos, como me han dicho antes cuando he interpuesto alguna denuncia,  «que se quede como estadística».

Más adelante seguiré narrando acerca de este absurdo. De ahí que la portada de esta nota sea Franz Kafka, un escritor existencialista en cuya obra póstuma, El proceso, se narra un proceso judicial que no tiene lógica ni fin. Así me siento.

A quien me hackeó, aprovecho este espacio para mandarlo a chingar a su madre. ¡Salud!

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