La publicidad no solo es triste, también es macabra

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Estoy por finalizar la Maestría en Mercadotecnia y Publicidad en La Ibero y en mi experiencia y con lo que sé ahora, quiero compartir mi punto de vista acerca de la publicidad y este programa. Mi consejo es que no estudien esta maestría. Si son lo suficientemente inteligentes pueden aplicar para estudiar en el extranjero con alguna beca Erasmus Mundus, por ejemplo. Ahórrense este dinero y viajen, hagan algo mejor que quemarlo en esta institución.

¿Por qué la publicidad es macabra?

  1. Porque sirve al dinero, sigue al dinero, está diseñada en su origen para satisfacer a quien tiene dinero. Y no estoy en contra del dinero, sé que es necesario, estoy en contra de ponerlo como prioridad en una sociedad que necesita interactuar de una manera más sana.
  2. Porque quien está en publicidad puede odiar las marcas para las que trabaja pero no le queda de otra si es que tiene una familia que mantener o cuentas que pagar.
  3. Porque quien estudia esta disciplina está formado para fomentar el consumo, más allá de lo ético o lo racional.
  4. Porque la publicidad se basa en un positivismo tóxico y carece de profundidad.
  5. Porque aunque es una disciplina creativa, es una creatividad corrupta, condicionada por estudios, investigaciones, estimaciones… no es auténtica, es fría, manipuladora y calculadora.
  6. Porque me queda clarísimo que si el acoso cibernético del que les he estado hablando se lo hicieron a una persona como yo, que no es de interés público (políticos, periodistas, etc. sí lo pueden ser), entonces le puede pasar a cualquiera.
  7. Porque lo que te aparece primero en tus redes sociales, cuando estás siendo objeto de alguna investigación o has sido señalado, no es aleatorio. Lo que ponen en tu mente altera tu conducta y emociones para que hagas lo que otras personas quieren que hagas.
  8. Porque quien comenzó a acosarme desde la trinchera de la impunidad y la comodidad que brinda el dinero, que le permite hostigar a una simple estudiante como yo, seguramente es más frágil de lo que cree.
  9. Porque la barrera de entrada a este mundillo horrendo de quien gana cuentas grandes de publicidad, no es el dinero, la inteligencia o las capacidades, sino la pertenencia a un círculo social al que me dejaron claro que no pertenezco.
  10. Porque la gente que está en esto usó cosas íntimas que tenía en guardadas de manera «privada» en mi computadora, y lo plasmaron impunemente en publicidad en línea y en espectaculares para que todos lo vieran.

Contexto de por qué opino esto acerca de la publicidad

El conflicto comenzó porque una profesora de La Ibero, con posgrado, que da clases en una de las universidades más caras de México, no sabe escribir tres palabras sin cometer cinco errores consecutivos, me puso 9.5 y yo me quejé.

Este año estoy cerrando ciclos. Por un lado, cumplí con un importante elemento en mi lista de vida y me premié con un merecido y anhelado viaje del cual estaré escribiendo en múltiples futuras entradas. Por otro lado, terminaré mis estudios de maestría. La maestría la hice en La Ibero y ahí viví una situación de acoso cibernético que, tal vez porque he escrito demasiado al respecto con la intención de poner en orden los eventos y entender lo que pasó, no he sido clara con mis lectores. Por ello voy a hacer un video próximamente en el que intentaré sintetizar lo que ocurrió. Básicamente, para poner orden a los hechos de lo que ha ocurrido en mi proceso de vida y relacionado con el acoso que viví y por qué me afectó tanto:

  1. Estudiar una licenciatura fue doloroso. Me costó tiempo, recursos que no tenía. En fin. Me costó otras cosas que no tiene caso que diga, pero al final la acabé.
  2. Al inicio, yo estaba entusiasmada por haber ingresado a esta maestría, incluso busqué cómo participar en algún grupo de investigación (cosa que no tienen) o en el blog, hasta mandé mis datos para ser adjunta, incluso me postulé para dar un curso. Al principio las cosas iban bien.
  3. En la preparatoria tenía un compañero que después entró a la UNAM a la carrera de química, pero la dejó e ingresó a La Ibero. Durante sus años como estudiante estalló el movimiento #YoSoy132, y yo me identifiqué con él, por lo que esta universidad entró en mi radar. Estudiantes de universidades públicas y privadas se reunían, debatían de política, marchaban por una causa común. Por primera vez sentí que no importaba la universidad de donde venías, que estábamos unidos. Ahora caigo en cuenta de que para La Ibero esto debió ser una terrible crisis de relaciones públicas y que todo lo demás vale madres.
  4. He trabajado en tres agencias de marketing. En la primera y en la segunda, los dueños eran egresados de La Ibero. Algunos puestos clave en este tipo de agencias son ocupados por personas con un perfil que en marketing llamarían de «nivel socioeconómico alto». Por ejemplo, el área de cuentas. Hay un gran techo de cristal en el que puedes ver a los directores de estas áreas. Por ello, está normalizado que «los jefes» sean egresados de universidades privadas y si quieres llegar a determinadas posiciones o ascensos partiendo desde cero, como yo, es más difícil, es una mezcla de méritos más buena suerte. De alguna forma, empero, estas agencias donde trabajé eran un ambiente más sano que la tercera agencia donde estuve.
  5. La tercera agencia en la que trabajé era de marketing político. Tenían como práctica espiar el Telegram personal de los empleados. El director operativo era un hombre joven que a pesar de su edad, hacía chistes racistas, clasistas, misóginos de esos que hacen los abuelitos antes de que les expliques que eso ya no da risa. Por tanto, de algún modo en mi experiencia laboral, está normalizado que sean hombres quienes manden en las oficinas y que si eres mujer, no te queda más que aguantar este tipo de chistes.
  6. Por eso prefiero trabajar para los clientes que yo elijo y decidí fundar mi propia agencia de marketing. Y aquí es donde entra lo que que he estado analizando los últimos meses.

¿Por qué se me ocurrió hacer esta maestría en particular, y en La Ibero?

Aline Moreno Ríos, la mentirosa que coordinaba el programa de Maestría de Mercadotecnia y Publicidad cuando esto ocurrió, a la que no destituyeron, ni si quiera la amonestaron cuando presenté pruebas de difamación ante la Defensoría de Derechos Universitarios de La Ibero.
  1. El marketing es una disciplina vinculada a los negocios, los negocios suelen llevarse a cabo por personas de (sigamos diciéndolo así) «nivel socioeconómico alto». Por tanto, ¿qué posibilidades tengo de llevar clientes a mi agencia, de conocer gente con la que pueda hacer negocios y ganar dinero?
  2. Normalmente las marcas convocan a las agencias para participar en pitches. Debes tener contactos para que te inviten. Las agencias van, presentan su idea y si son elegidas ganan las cuentas.
  3. Mi mentalidad era: entra a La Ibero. Haz contactos. Gana clientes.
  4. Pero tuve diferencias con la cultura de esta institución, por ejemplo, una vez escribí a la coordinación de la maestría que curso y para resolver un problema administrativo, la coordinadora me invitó (cito) a que «oremos juntas». Es real, esto ocurrió.
  5. Además, el programa de la Maestría en Mercadotecnia y Publicidad de La Ibero está diseñado para gente que trabaje para alguna empresa tipo Unilever o Coca Cola, no para gente que quiere emprender su propio negocio. Por más que tengan un departamento de emprendimiento, esto es una actividad paralela. Incluso te separan deliberadamente de aquellos que cursan el MBA para tomar las clases de una misma materia que comparten ambos programas.
  6. Te quieren meter al molde de que seas empleado de alguna de estas empresas que no importa que contaminen o traten mal a la gente; te dan una materia que te enseña cómo gestionarles sus crisis de relaciones públicas y hacerles un green wash.

¿Puede ser la calificación que te ponen el resultado de una lucha de clases?

Sí. Y diré por qué.

Si una institución te cobra 20 mil pesos por materia, 4 materias al semestre, durante dos años, en un país en el que el salario mínimo ronda los 6 mil pesos mensuales, pues al menos esperarías que los profesores fueran tantito más inteligentes.

  1. Durante la pandemia ocurrió algo que me hizo caer en cuenta de que lo que vemos en redes sociales no es aleatorio. Lo que tienes en tu computadora es vulnerable, si es que alguna vez esa computadora ha sido conectada a una red WiFi. Platiqué con un periodista y me dijo que la única manera de que lo que tienes en una computadora sea privado, es que nunca haya sido conectada a una red WiFi.
  2. Tomaron control remoto de mi computadora, se colgaron de mi línea telefónica y comenzaron a ponerme publicidad personalizada de un modo escalofriante. Incluso hoy puedo ver banners personalizados de marcas que antes me gustaban (como Banco Santander) que más que conexión me causan escalofríos, odio, asco. (Actualización al 27 de octubre: hoy ya no aparece el banner porque seguramente estoy «loca» y todo está en mi imaginación).
  3. Quien tomó control remoto de mi computadora e intervino mi línea de teléfono, podía ver todo cuanto ponía en mi pantalla y podía escuchar todo cuanto decía en mis llamadas telefónicas. Yo llevaba un diario personal que tenía guardado de manera privada en mi Google Drive, del cual robaron elementos para hacer anuncios.
  4. En algún punto, comenzó a aparecerme publicidad relacionada con lo que escribía o buscaba online. Si yo quería omitir esa publicidad entonces cambiaban las cosas, tomaban control de mi computadora, voy a poner un ejemplo. Estaba oyendo una playlist de Spotify y como me apareció un anuncio que no quería oír, hice mi suscripción para una prueba gratuita. Entonces, cuando oí la playlist sin anuncios, comenzaron a descender en la lista de canciones hasta llegar a una llamada Putita. Cuando cambiaba la canción, volvían a poner la canción Putita. Qué original insulto para una mujer, ¿no creen?
  5. Durante la pandemia llevé la materia de Comunicación digital con una profesora que tenía todo el perfil de estas «jefas del área de cuentas» que te encuentras en las agencias. Era una chica con posgrado, con una gran confianza en sus capacidades, pero que no te podía responder una mínima pregunta técnica porque te decía «ah, bueno, pero es que para eso contratas a una agencia». Esto, sumado al encierro de la pandemia, me dio la sensación de que la publicidad era algo triste. Entiendo que el programa de esta maestría no sea para un perfil técnico, pero considero que si tienes una cátedra en el posgrado de una institución como La Ibero al menos debes tener un poco de conocimientos de diversas áreas, o como mínimo, tener la humildad de decir que no sabes acerca de lo que te preguntan pero que lo investigarás para la siguiente sesión. Además de eso, esta profesora redactaba horriblemente, no era clara en las instrucciones para sus tareas, tenía faltas de ortografía que para tener un posgrado son muy penosas. No se puede exigir mucho a una persona que no ha tenido la oportunidad de estudiar, pero si una institución te cobra 20 mil pesos por materia, 4 materias al semestre, durante dos años, en un país en el que el salario mínimo ronda los 6 mil pesos mensuales, pues al menos esperarías que los profesores fueran tantito más inteligentes. Y no lo digo por todos, he tenido buenas experiencias con otros profesores, lo digo por ella en particular.
  6. Aclaro que tengo beca y que estoy segura de que si yo fuera hija de algún egresado de esta universidad o de alguien «conocido» por este círculo, no habría sido objeto de tanto escrutinio.

Los anuncios inoportunos y los líderes en publicidad engañosa

  1. En mi diario escribí textualmente que el 9 (en realidad, un 9.5) que esta profesora me había puesto en una tarea, me había «enchilado». Que era el resultado de una lucha de clases. Yo tengo una historia personal que sustenta esta hipótesis. Si es real o no, es mi hipótesis, plasmada en mi diario personal, privado, que nadie habría tenido por qué leer.
  2. Dos segundos después, me apareció en la computadora un anuncio de Bubaloo o alguna de esas marcas de chicles de uno de sus productos con chile, que decía «enchílate». Como esto, comenzaron a ocurrirme cosas del estilo. Eran cosas súper concretas, aterrizadas en específico con lo que yo escribía en mi diario o las búsquedas que realizaba de manera privada en mi computadora.
  3. Entre ellas, con dos anuncios de Genomma Lab y Cicatricure. En una clase comenté acerca de un proyecto que hice como empleada de una agencia para estas marcas, así como para la marca personal de su dueño, Rodrigo Herrera. Estas marcas son conocidas entre los profesionales de la mercadotecnia por requerir constantemente de gestiones de reputación, pues sus «productos milagro» están lejos de cumplir lo que prometen. Además de que tienen diversas controversias con Profeco por cuestiones como no poner en los envases la cantidad de producto que dicen sus empaques.
  4. Podríamos decir que son líderes en publicidad engañosa. En una clase, como ejemplo, compartí  que trabajé en una campaña de reputación para estas marcas. Una campaña de SEO y con influencrers.
  5. En este periodo de tiempo, un día me levanté y posteé la foto de una caléndula en mi Instagram. De inmediato me apareció un anuncio de un producto de Genomma Lab que usaba esta flor en uno de sus productos. En el comercial, una mujer se bajaba dos años de edad (tal como yo solía hacer), guiñaba un ojo y decía: «todos tenemos secretos».
  6. Si con base en la violación a mi privacidad se hizo algún anuncio, entonces me tendrían que haber pagado. Las empresas pagan millones a sus agencias por obtener ideas publicitarias, además de cometer el delito de espiarme, robaron mis ideas.

Intrusión informática e intervención de mi teléfono

  1. En las clases de La Ibero comenzaron a poner ejemplos aterrizados con las cosas que yo hacía en mi computadora o en mis dispositivos de manera privada. Digamos, que interactuaba con una marca y al día siguiente la ponían como ejemplo en una clase. Esto, además de un delito de intrusión informática, es un tipo de violencia.
  2. Después del acoso que viví, puse una queja en la «Defensoría de Derechos Universitarios de La Ibero» (así entre comillas, porque es de mentiritas) y esta misma cordinadora del programa, Aline Moreno, mintió para desacreditarme, diciendo que yo reprobaba materias (cuando el conflicto comenzó porque una profesora de La Ibero, con posgrado, que da clases en una de las universidades más caras de México, no sabe escribir tres palabras sin cometer cinco errores consecutivos, me puso 9.5 y yo me quejé, no he reprobado jamás).
  3. Aunque tengo un mail en el que en dos párrafos la coordinadora Aline Moreno dice al menos cinco mentiras comprobables acerca de mí, no la castigaron. No hubo consecuencias para ella.

Cambios en Google Drive

  1. En mi Google Drive tenía el principio de una novela que estoy escribiendo acerca de una experiencia que tuve como au pair en Qatar. Hablo de alguna manera de mi primer contacto con el mundo árabe y sus leyes, una especie de choque cultural.
  2. En esta plataforma comenzaron a aparecer textos acerca de los yihadistas, no como documentos compartidos conmigo sino como si yo los hubiera escrito.
  3. Un día entré y apareció una carpeta llamada Desnudo. Di clic. Estaba vacía y luego la carpeta desapareció.
  4. Uno de los profesores de La Ibero llamado Fernando Sánchez Prado tenía acceso a la pantalla de mi computadora personal durante las clases (lo sé por los comentarios que hacía) me escribió por WhatsApp. Lo confronté y le pregunté si había tenido acceso a mi pantalla. Me dijo que «no se acordaba». Cuando te preguntan si cometiste un delito (el de intrusión informática) si no lo hiciste respondes eso «no», no dices cosas como «que no te acuerdas» a no ser que seas culpable. Subí esta conversación de WhatsApp a Google Drive, donde estuve documentando estas cosas raras. Luego revisé el documento y esta respuesta se eliminó. Revisé mi chat de WhatsApp, también ahí lo borraron.

Quien sí tuvo consecuencias fui yo…

  1. Siento que tengo una especie de estrés postraumático. Mi intimidad fue vulnerada. Me quitaron algo sagrado, a mí que amo escribir, que es la intimidad de mis pensamientos, el fluir en mi computadora o celular, el llevar un diario, el escribir lo que siento… supongo que tendré que volver al papel. Desde esta experiencia dejé de escribir en mi diario. Ya no doy scroll hacia abajo en mis redes. Ya no escribo textos literarios en mi computadora.
  2. Cambié mi manera de usar las redes sociales, pues lo que en teoría tienes como privado en realidad no lo es. Creo que grosso modo lo es, hasta que te están investigando de alguna manera. Entonces pueden controlar lo que te aparece (no sé quién, no sé cómo, pero no es el algoritmo, eso me queda claro).
  3. Derivado del acoso, tuve un brote psicótico por estrés y estuve internada en un hospital.
  4. Un profesor de La Ibero, cuando conté esto en clase, me dijo que seguramente era una «agencia que trabajaba para La Ibero», no veo la diferencia entre quien hizo esto y la institución que lo promovió o lo solapó y que pagó por ello.
  5. ¿Qué quiero? ¿por qué sigo hablando de esto? Porque he puesto como plazo a que termine mis estudios de maestría para que me contacten, tal vez del Departamento de Defensoría de Derechos Universitarios o el área pertinente, para aceptar lo que hicieron, pedirme una disculpa e indicarme qué acción correctiva se aplicó para quienes estuvieron involucrados.

La intención no es lo que cuenta

  1. Digamos que sí, durante la pandemia, el personal académico de La Ibero hizo una intrusión en mis dispositivos de cómputo y en mi teléfono.
  2. El hecho de no pronunciarse al respecto cuando estuve buscando quién diera la cara (la Coordinación del programa, la Defensoría de Derechos Universitarios, el Departamento de violencia de género, incluso el mail que mandé a Rectoría..) es un tipo de violencia.
  3. No importa la finalidad que persiguieran, sino que cometieron un delito. Y partiendo de este punto, no importan sus intenciones. No se debe parchar esta mala conducta, sino que se debe reconocer y castigar al (o a los) responsables.

Conclusión

Si te gusta estudiar, te consideras inteligente, te cuestionas el statu quo, quieres hacer una diferencia en el mundo, no recomiendo este posgrado. Si pudiera regresar el tiempo seguramente hubiera buscado una mejor manera de gastar ese dinero y habría encontrado algo mejor que estudiar.

Creo que esta maestría es para quien no quiere estudiar en realidad o profundizar en algo (¡te titulas sin hacer tesis, sin saber redactar un trabajo académico!), es para quien solo quiere ostentar un título que pueda verse bonito en su CV y ser sempitermamente esclavo de un sistema que en lo personal, no me gusta.

Post Scriptum: la peste se extiende a estas marcas

(Actualización del 31 de octubre del 2023)

Publicidad en La Comer

En un chat privado mandé la foto de un producto que encontré en La Comer, a un amigo con quien hice un viaje a París. Hoy entré a La Comer a la que voy usualmente y desde la que mandé esa foto. Encontré la Torre Eiffel y pusieron música francesa mientras entraba. Sé que La Comer tiene campañas de distintos países en los que venden productos importados, pero son cosas tan precisas que más que conexión me causan escalofríos y asco. Esto no sé si creen que es algo que me caería bien, me siento tan invadida y tan harta. Y tan triste porque parece que estoy loca cuando lo platico,  pero me han estado atacando con este tipo de cosas que son demasiado precisas para ser “casuales”.

Publicidad de Banco Santander y Volkswagen

  • Después de mandar un cuento a un concurso cuyo primer título era «Cuando yo era baby», salió esta campaña de Santander de «Cashback, baby». Cabe señalar que apenas lo había mandado desde mi mail personal, privado, a este concurso. No lo hacía público cuando inmediatamente comenzaron a aparecerme banners con este copy.
  • Tras escribir que no logro conectar con nada, están haciendo campañas en Santander y Volkswagen que usan este verbo en sus copys publicitarios: conecta con… (cosas que yo recién publico en mis redes o que hago, mis actividades) y me aparecen banners de eso.

(Actualización del 26 de noviembre del 2023)

That’s all folks

Escribí un sueño que tuve en un grupo de Facebook donde nos contamos los sueños, en el que aparecía el conejo Bugs Bunny. Hoy al finalizar la clase del profesor mocho y clasista que se persigna al escuchar la palabra amén, pusieron como diapositiva final la pantalla de That’s all folks.

¿El objetivo? Reafirmar la vigilancia no deseada sobre mis medios de comunicación privados, lo cual es una manera de ejercer violencia.

Una cosa más, estos post no los puedo visualizar en mi celular porque tengo bloqueador de anuncios y cada que menciono la Maestría en Mercadotecnia y Publicidad de La Ibero lo considera publicidad. Aclaro que este es mi blog personal y no recibo financiamiento de ningún lado, todo lo que digo es mi opinión, está basado en mi experiencia y no es publicidad.

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