Presentación de Espelustrófico en Centro Cultural Barco de Papel

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El 7 de octubre pasado presenté mi libro en el Centro Cultural Barco de Papel, un foro y librería de la comunidad latina en Nueva York. Este espacio abrió sus puertas en 2003, con el objetivo ser un punto de encuentro de artistas, poetas, escritores y difundir la literatura en español entre las nuevas generaciones. Antes de la lectura de fragmentos y de la firma de libros, leí este discurso que dejo en mi blog como recuerdo, esperando que si en alguien resuena algo de lo que digo podamos entablar un diálogo.

Hola, me llamo Paulina de la Vega, soy mexicana, y estoy aquí en El Barco de Papel para presentar mi primer libro de cuentos, Espelustrófico.

Es la segunda vez que vengo a los Estados Unidos. Recuerdo que la primera vez que visité Nueva York quedé fascinada por el movimiento, por las luces, por la gente y el entorno tan cosmopolita.

Una de mis cosas favoritas es ver tanta creatividad en todos los rincones de la ciudad. Subirte al metro y escuchar cualquier cantidad de idiomas. Pasear por las calles y ver gente de nacionales y culturas diversas. Claro que en México tenemos también todo esto, pero cuando viajas a otro país ves todo con ojos nuevos y es más intenso, hasta el pasto se ve más verde.

¿Por qué quise presentar mi libro aquí? Es porque aún tengo una idea romantizada sobre la gran manzana. La canción “Empire State of Mind” de Jay-Z y Alicia Keys dice una cosa que creo que mucha gente aún piensa: “If I can make it here then I can make it anywhere” y sé que igual es a lo mejor una idealización ingenua pero ¿qué tiene de malo soñar? Las personas somos nuestras historias y nuestras esperanzas.

Hay tanta gente que viene aquí buscando una mejor calidad de vida, persiguiendo lo que se conoce como “el sueño americano” que independientemente de que eso sea algo verdadero o una fantasía colectiva, es algo que a mí en lo personal me llama mucho la atención.

Espacios como este centro cultural que hacen comunidad, que unen a las personas en torno a un interés común son absolutamente necesarios e indispensables en sitios como esta ciudad.

Creo firmemente en la misión de Paula y Ramón para preservar en Nueva York el legado que es nuestro hermoso idioma español. Que si bien, en general los latinos tendemos a aprender siempre el inglés como segunda lengua, nada hay tan maravilloso como el seno acogedor de nuestra lengua materna.

Justamente por eso busqué presentar aquí mi libro y quiero agradecer a Paula por abrirme las puertas de este espacio.

Les platico cómo es que nació Espelustrófico. Desde siempre, uno de mis sueños más anhelados era el ser una escritora. De niña pensaba que los libros no podían tener errores. Eran mi refugio, mi fuente de sabiduría y entretenimiento; podría decir, eran los objetos en los que más confiaba porque si algo estaba impreso en un libro, ¿cómo podría dudar de la veracidad e importancia de lo que ahí se decía?

Cuando lees algún texto académico o científico es evidente que se trata de algo “serio” (y voy a decir así, entre comillas, porque como bien sabemos si nos volteamos hacia atrás y leemos, por decir algo, los textos de medicina medievales, nos damos cuenta de que la ciencia de aquella época era más una mezcla de supersticiones). Pero cuando leemos literatura ocurre algo distinto. Nuestras mentes están preparadas para dejarse “engañar” y es un dulce engaño. Porque a pesar de que sabemos que las cosas que están ahí escritas pueden o no haber ocurrido, no por eso dejan de ser verdaderas.

La verdad de la literatura no radica en si los hechos ahí narrados ocurrieron o no. La verdad de la literatura está en las emociones de los personajes; en los móviles que definen sus acciones; en las tramas que generan tensiones y desencadenan el clímax de una narración… son cosas que podemos identificar en nuestro entorno. Y yo me fío mucho más de estas realidades, de estas verdades de la literatura que de muchas de las cuestiones más científicas y racionales. Si bien la ciencia puede evolucionar y cambiar en cien o doscientos años, el amor, el odio, los celos… en sí todo el espectro de las emociones, de las pasiones y nuestra manera de actuar al experimentarlas, son inherentes a los seres humanos, son algo universal.

Mi libro pretende abordar estas cuestiones emocionales que he vivido. Cuando escribo no lo hago desde un lugar feliz. La cantante Fiona Apple fue alguna vez a una entrevista con David Letterman, quien le preguntó que por qué sus canciones eran tristes y ella le respondió que era porque solamente se sentaba a componer cuando estaba triste, porque si estaba feliz, ¿por qué se sentaría a escribir en lugar de disfrutar el momento?

Y aunque hay quien puede escribir desde la alegría, a mí esto no me atrae, pues cuando algo me gusta sencillamente lo disfruto, pero si algo no me gusta entonces quiero diseccionarlo y entenderlo.

Digamos que en Espelustrófico usé la literatura como un recurso introspectivo, como una herramienta quirúrgica para abordar y entender ciertas verdades de mi propia vida. Algunas de esas de esas verdades son espeluznantes y catastróficas y no es porque realmente me hayan ocurrido, pero sí las he visto por ahí…

Para que me entiendan voy a poner algunos ejemplos.

En el cuento “Las innombrables” narro las historia de tres amigos que se embarcan en la aventura de montar las obras de teatro que uno de ellos escribe. Sin darse cuenta, en esta dinámica adoptan conductas que están lastimando a uno de ellos.

“Chelem” es la narración de un grupo de amigos que, de estar divirtiéndose, pasan a una tragedia en la que se revela su verdadero carácter.

En el cuento de “La tía Tuta” narro cómo vivió una mujer adulta mayor la pandemia de COVID-19. Algunas de las cosas más espeluznantes que nos pueden ocurrir no necesariamente tienen que ver con cuestiones sobrenaturales sino con realidades cotidianas, como el tener miedo a enfermarse.

El cuento “El habitante” es el único fantástico y que propiamente podría catalogarse como de terror, pues un monstruo (no sabemos si real o imaginario) persigue a la protagonista, que está enfocada en obtener un ascenso en su trabajo.

Por último, hablaré del relato titulado “Amor y vida”:

En él una chica está trabajando en una empresa y es invitada a una fiesta. En la fiesta se encuentra con un chico que conoce de la infancia y se siente muy feliz por reencontrarlo. Le grita a modo de juego “qué guapo está tu amigo” y al día siguiente en su oficina, se corre el rumor de que ella se emborrachó y gritó acerca de su jefe, uno de los socios de la empresa, que él era muy guapo. Como consecuencia la mandan con un orientador vocacional para que haga un “plan de vida y de carrera”. Esto no me pasó a mí pero algo muy parecido le pasó a una amiga, cuando se enteraron de que salía con un chico de su oficina que era sobrino de los dueños de aquella empresa, la mandaron a que hiciera un plan de vida y de carrera, aclarándole en el departamento de recursos humanos que aquella era “una empresa de valores familiares”.

Varios de los personajes femeninos de ese relato viven cosas que no me pasaron a mí directamente pero sí son cosas que he visto y de las que me parece importante hablar, sobre todo ahora que la sociedad está siendo más sensible a temas de género y cómo estos conforman nuestra identidad y definen nuestras acciones.

Una de las chicas de la narración se vuelve madre siendo muy joven y tiene después dificultades para continuar con sus estudios. Creo que en todo el mundo acceder a la educación es fundamental, tanto para hombres como para mujeres, para tener una mejor calidad de vida, solo que en el caso de las chicas que viven un embarazo adolescente la situación es doblemente complicada y muchas veces no finalizan sus estudios.

Otra de las situaciones que la protagonista del último cuento vive más adelante, es el maltrato doméstico. Yo en lo personal no viví una situación de violencia como la que narro en el libro, pero sí viví ciertas agresiones que, si no hubiera puesto un alto, habrían podido acabar mal.

Bueno, sin más preámbulo, díganme, de cuál de los relatos les interesa que les lea algún fragmento.

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