Historia de mi vida escolar/laboral en tres entregas (2/3)

6 minutos de lectura

Retomando la primera parte de esta historia… antes de mi primer trabajo en una agencia de mercadotecnia había tenido «chambitas» como escribir para revistas cosas de cultura y trabajos del estilo que si bien, eran divertidos, no eran tan recurrentes como para darme un ingreso significativo. En este primer trabajo aprendí muchas cosas y estoy agradecida por eso, en gran medida definió mi área laboral.

Antes de esa agencia había buscado trabajo en periódicos, revistas, había escrito a miles de lugares pero no se había concretado nada. En este primer trabajo estuve muy bien hasta que renuncié para sacar las materias que debía de la Carrera de Letras, no sé por qué me costó tanto trabajo acabar. Me pasaban cosas como que estudiaba pero el mero día del examen me quedaba dormida. La verdad es que no lo entiendo, sé que era un autosabotaje. E incluso después de acabar las materias, hacer la tesis y todo el proceso de titulación fue un absoluto martirio.

Mientras yo no me titulaba y mis recursos económicos disminuían, una amiga periodista que hice en uno de los eventos culturales que alguna vez cubrí, me dijo entonces de una oportunidad laboral un tanto sui generis: irme de au pair a Medio Oriente, en concreto a Doha, Qatar.

Resulta que ella había trabajado en Tele Sur (la televisora venezolana) y ahí conoció a una periodista que tenía un hijo que había nacido en Venezuela pero ahora vivían en Qatar y se le estaba olvidando el español al niño. Básicamente el trabajo era cuidarlo, leerle, etc. y pues yo tenía una compañera que se fue de au pair a Israel y le había ido bien. Entre las promesas de este trabajo estaba la posibilidad de publicar en medios de comunicación (supuestamente mi sponsor, la mamá del niño, que era periodista en Al Jazeera, me iba conectar para que publicara, yo quería iniciar un blog de mi experiencia allá), también de dar clases particulares de español a los compañeritos del niño, entre otras cosas que nunca se cumplieron.

Hice una fiesta de despedida y me fui a Qatar. La primera impresión era que estaba en otra realidad. Doha es una ciudad en la que no se puede caminar como peatón, hace mucho calor, los edificios son construcciones enormes. Hay una zona que se llama The Pearl, es una isla artificial donde hay un malecón en el que sí se puede caminar, pero en general en el resto de la ciudad solo te puedes mover en carro. Hay un camión pero solamente lo usan los hombres, las mujeres no se suben.

Lo que me habían dicho mis conocidos antes de irme era que discriminaban a las mujeres, que tenías que cubrir tu cabello y ese tipo de cosas, pero lo cierto es que en esta ciudad la mayor parte de la población es extranjera o son «expatriados», como les dicen allá. Son personas de todo el mundo que fueron a ocupar puestos en alguna empresa. Por lo mismo de que la mayor parte de la población eran expatriados, no eran tan estrictos con el uso de abayas o burkas, sino que podías andar normal, digamos, de jeans y playera. Obviamente por respeto a la cultura no usabas minifaldas ni nada provocativo, pero el caso es que yo no sentí discriminación por ser mujer.

Entre las cosas que me parecieron más extrañas eran las cinco veces que rezan al día. Cuando es momento de orar suena lo que para mí es como música, procedente de las mezquitas. Digamos que siendo musulmán si te «agarraba» el momento de orar y estabas en el súpermercado o cualquier espacio público, tienen unos cuartitos en los que pueden entrar a orar. Se quitan los zapatos. Las mujeres no tienen que entrar ahí, pueden orar desde cualquier sitio.

La historia de Qatar es que solamente era un desierto pero luego encontraron yacimientos de gas y los explotaron, por lo que el país comenzó a crecer. Está solamente a media hora de Dubai, es una ciudad impresionante. Hay edificios súper altos, torres que a lo lejos se ven de color azul. Otras partes de la ciudad tienen casas construidas de color arena, de manera uniforme este color. También está lo que llaman el Qatar viejo, que no tiene grandes edificios, es la parte vieja de la ciudad, hay un mercado en el que venden muchas cosas, lo que más recuerdo son especias. Y hay chavas que te hacen tatuajes de henna en las manos y los brazos. Otra cosa que recuerdo de este mercado es una panadería en la que había dos filas, una de hombres y otra de mujeres y si no estabas en la fila de tu género, no te atendían.

Hay prohibición de alcohol, para comprarlo necesitas una licencia que no es fácil de obtener. Solamente en los hoteles y las zonas de los turistas se puede beber, pero no es como que en el súper te vendan cerveza o vino. Hay una tienda especial para eso. En fin. El plan era irme un año, conocer, aprender árabe, escribir, ahorrar algo de dinero y volver, pero no aguanté más que un mes.

Sí, lo sé. Suena ridículo. Me dio vergüenza no haber aguantado todo el año y por eso no le conté a nadie cuando regresé. Me fui a esconder a un hostal en el Zócalo. No aguanté porque extrañaba mi país, la cultura allá me pareció muy diferente y no parecía que realmente fuera a publicar, dar clases ni nada de lo que me prometieron. Además yo sentía que no existía allá, mis tarjetas de crédito no funcionaban aunque sí había avisado al banco que iba a viajar. Había sitios web a los que no podía entrar para hacer transacciones financieras. No había Netflix 😂 qué ridículo que esto me afectara. Además donde yo me quedaba no había Internet y gasté una fortuna en datos móviles una vez que me compré un chip de teléfono (el Telcel de allá se llama Ooredoo).

Cuidar al niño fue muy bonito y de él tengo muy bonitos recuerdos, lo que no estaba padre es que el tipo de trabajo que fui a hacer allá no está regulado, yo no tenía horarios, literalmente me levantaba tipo 5 am y dormía súper tarde, los primeros 15 días no tuve un solo día de descanso. Normalmente el tipo de trabajo que yo estaba haciendo allá lo hacen chicas de nacionalidad india o filipina, yo era una «exoticada» y digamos que esa sensación me gustaba. Pero son trabajos muy pesados, sin regular, sin horarios, etc. así que visité mi embajada porque la experiencia que estaba viviendo no era la que tenía en mente.

Me explicaron que por el tipo de visa que tenía podía salir del país, si lo hacía ya. Si me esperaba más, no sabía qué tipo de visa me sacaría mi sponsor y me dijeron que no firmara nada. Me contaron de una situación que comúnmente viven las personas que se van de nanas (o sea, no existe el concepto de au pair) o de obreros. Les podían dar contratos que decían una cosa en inglés y otra en árabe, y el que predomina es el que está en árabe. Si firmas un contrato por tiempo indeterminado tu sponsor (siempre debes tener un sponsor, o sea, un qatarí que responda por ti) te podía retener hasta cinco años trabajando ahí. Una práctica muy común es que les quitan sus pasaportes y luego no pueden salir. No creo que la periodista con quien yo estaba hiciera esto, pero no me esperé a averiguarlo.

Yo sé que es muy feo hablar de nacionalidades y generalizar, obviamente no me gustaría escuchar cosas de los mexicanos que se van al gabacho o que inmigran a cualquier otro sitio para vivir una mejor vida, no está padre hacer estas generalizaciones, no es mi intención ser grosera, pero les diré que estas personas trabajan de una manera que raya en la esclavitud. Si México me parecía un país con contrastes, esto es otro nivel.

Hasta ahora solo les he platicado de fracasos, renuncias y expectativas no cumplidas, pero en mi siguiente y último post les cuento lo que hice cuando volví. Por cierto, contar estas anécdotas y leer sus comentarios me hace sentir bien, platíquenme qué opinan.

Da click aquí para leer la tercera y última parte del relato.

5 Comments

  1. Quizá no fue lo que esperabas en ese viaje a Qatar..pero fue y es una experiencia única, dentro de todo lo que viste y viviste quedará ese recuerdo, una vivencia que jamás olvidarás, dentro de esa vida de un mes con situaciones «diferentes o raras» para nuestra cultura, buenas o no tan buenas se queda un sin fin de aprendizajes y eso creo yo es parte de lo que alimenta ese espíritu aventurero que busca algo más siempre y lo plasma en letras, en historias que contar.

  2. Hola, you are a very brave girl undeterred by difficulties encountered since childhood. May God my Lord Christ continues to strengthen you to help others.

  3. Tu experiencia no fue un fracaso, todos en la vida hemos experimentado esas sensaciones. Que siempre terminan en enseñanza. Creemos que son fracasos por querer cumplir expectativas de otros, pero al volverse nuestras expectativas y tomar decisiones son madurez.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Lo último de Blog