Cosas que me pasaron online

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Este post es difícil de escribir porque no estoy segura de quién fue o cómo lo hicieron, el hecho es que me hackearon. Durante meses estuve viviendo una situación muy extraña en Internet. Esto comenzó a finales de 2019 y desde entonces sigo con una sensación de impotencia y coraje que no sé a dónde o quién dirigir.

Como algunos sabrán, comencé una maestría en mercadotecnia y publicidad en la Universidad Iberoamericana. Lo digo porque fue durante las clases online que comenzaron las cosas extrañas. Digamos que estaba en videollamada con mis compañeros tomando clases y me flasheaban imágenes. Recuerdo que en una clase en la ventana de uno de mis compañeros aparecían fugazmente fotos de un patio con una escoba, cosas así, y de repente también audios de fondo al audio de mis profesores dando clase.

Ese semestre tuve un colapso nervioso, en parte por el encierro por la situación de la pandemia y en gran medida por estas cosas que me pasaban. Voy a enlistar las que recuerdo y considero más relevantes:

  • Alguien robó mis fotos de Instagram y creó un perfil falso en Facebook, con mi nombre. Lo reporté pero Facebook no hizo nada.
  • Entré a Facebook un día y me aparecían citas textuales, literales, de cosas que yo había dicho o compartido previamente online.
  • En la sección de videos de Facebook me comenzaron a aparecer videos de gente mutilada, sin piel, cosas muy desagradables.
  • En el feed de Facebook me aparecía un chico con una playera con un porcentaje de batería variable (a veces era el 30%, a veces el 0%) y en estos videos el protagonista daba fake news, como que en la frontera de México y Estados Unidos la gente hacía pool parties, cosas así, muy positivas y alegres pero a todas luces fake news.
  • Después, yo tenía un par de usuarios de Facebook bloqueados, entré a esta sección para cambiar mis ajustes de seguridad, y las fotos de perfil de estas personas me aparecían deformes, con una nariz grande.
  • Cuando escribía textos de repente me cambiaban caracteres.

En 2020, el día de mi cumpleaños tuve el primer colapso nervioso, me sentía agobiada y grité. Los vecinos llamaron a la policía. Y los policías llegaron y yo tengo un black-out de lo que pasó. Solo sé que me dio terror, pensé que los policías iban a violarme, llegaron como una horda, sin cubrebocas ni modales. Se metieron a la casa y me pidieron mi INE y empezaron a actuar raro, yo no recuerdo qué pasó, solo que les pedí que llamaran a mi mamá y me puse a llorar. A partir de este evento la situación solo empeoró:

  • Los documentos que tenía guardados en Google Drive comenzaron a cambiar de carpetas y alguien añadía textos que no eran míos o los modificaba, cuando ingresaba al historial de cambios, estos aparecían a mi nombre, así que sospeché que otra persona tenía acceso a mi cuenta de Google y efectivamente así era, porque me modificaban los documentos. Cambié passwords y siguió ocurriendo.
  • En un documento escribí Auxilio, y la persona que tenía acceso cambiaba las palabras por «Auccilio», así que ahí ya fue muy evidente que un tercero tuvo acceso a mi cuenta.
  • En la Ibero me mandaron una encuesta personalizada para evaluar el desempeño de mis profesores ese semestre, lo cual me puso paranoica porque literalmente tomaron elementos de mis perfiles de LinkedIn entre otros datos que había compartido de manera pública para diseñar esta encuesta y ¿a quién le gusta sentirse acosado?
  • Escribí a la Coordinación de la Maestría para manifestar estas situaciones y las negaron, pero por cómo se dieron las cosas para mí es más que evidente que tuvieron algo que ver.

Esto pasó, comencé a ir a terapia, me sentía más tranquila, pero me seguían pasando cosas raras online:

  • Comencé a recibir dickpics en mi WhatsApp de números desconocidos.
  • De mis blogs viejitos y sitios que ya no hay modo que tengan tráfico, me llegaban solicitudes de cotización por mis servicios de corrección de estilo, luego las personas no respondían a mis mails.
  • En las clases de la Ibero una profesora hizo comentarios relacionados con situaciones que yo viví y que estaban en mi diario online, que había guardado en mi Google Drive de manera PRIVADA, en concreto la experiencia que tuve cuando me fui de au pair a Medio Oriente y de la cual estoy escribiendo una novela. La profesora puso una lectura que estaba fuera del contexto de la clase y que tenían que ver directamente con esta situación. En concreto, una lectura de un académico indio llamado Arjun Appadurai que habla de la globalización y aborda situaciones de pobreza en países asiáticos, cuando para la sociedad occidental esto está completamente fuera de contexto.
  • En mi Google Drive un día me conecté y había textos sobre los yihadistas, cosas que yo jamás escribí.
  • Después, un día, entré a Google Drive y aparecían carpetas que yo no había creado. Había una que se llamaba Desnudo. Entré. Estaba vacía. Luego la carpeta desapareció.
  • Esto no se limitó a Google Drive, sino a otras aplicaciones. En una ocasión, una de las primeras cosas raras, yo estaba en LinkedIn y me aparecían botones que normalmente no aparecen. Recuerdo que una compañera de la Carrera de Letras de la UNAM me estaba comentando que había perdido su trabajo en una revista, por la situación de la pandemia hicieron recorte de personal, abajo de su nombre había un botón que decía Ana te puede presentar a Fulanito de Tal, no recuerdo, pero era un botón que normalmente no estaba.
  • Quizás fue una percepción mía derivada de todo esto, pero sentía que la publicidad que veía online no solo estaba dirigida a mi perfil como consumidora sino que sentía que me hablaban directamente a mí. Por eso comencé a usar el navegador Brave, que tiene bloqueador de rastreadores y anuncios.

Todas estas cuestiones parecían sacadas de mi imaginación y yo parecía una loca cuando las platicaba en voz alta. Pero una de esas veces alcancé a grabar pantalla. Yo estaba en Spotify oyendo una playlist llamada Feel Good, y alguien con acceso remoto a mi computadora (como cuando das acceso con Team Viewer, pero evidentemente sin mi consentimiento) cambiaba de canción hasta llegar a una llamada Putita, de los Babasónicos. Yo subía en la playlist y seguían llevándome hasta esa canción.

 

Y a todo esto pensé que el problema estaba únicamente online. Pero en una ocasión realicé el SEO de un sitio web del cliente de un excompañero de trabajo con quien ocasionalmente colaboraba. Evidentemente por mi modo de trabajo a veces tengo que descargar archivos en mi computadora y creo que en alguna de esas ocasiones me mandaron un malware. El caso es que un día yo estaba editando un texto de manera local en mi computadora y me cambiaron el texto. En lugar del texto del documento me aparecía «El sitio web fools.com dice que… blah blah blah». O sea que no era únicamente en mis archivos en la nube sino en mi equipo de cómputo.

Lo llevé a servicio para que le borraran todo y lo dejaran con la configuración por defecto. Han pasado varios meses y sigo sin poderle poner cara a la persona que me hizo esto, estoy muy impotente y dolida, no tengo ganas de usar redes sociales ni me siento segura guardando mi información en la nube, lo cual me entristece demasiado.

No sé si fue derivado de que la policía vino a mi casa y me porté raro porque estaba como en shock, y si ellos tienen acceso a este tipo de cosas, no sé si fue gente de la Ibero, no sé si fue algún excompañero de trabajo… no sé bien de dónde viene el ataque ni la finalidad que persiguen.

Una cosa más me hace sospechar que tuvo que ver con la Ibero: en una de las clases hicimos un examen online, yo tenía en una ventana de WhatsApp la conversación con una compañera de equipo y en la otra estaba haciendo el examen. Mi compañera estaba preguntando en el chat las respuestas de determinadas preguntas y justo en el momento en el que las compartí con ella, el profesor dijo «Fulanita, ya te están dando las respuestas del examen».

No sé si fue porque estaba escribiendo una novela ambientada en Medio Oriente y eso causa pánico por toda la situación del terrorismo, y si —qué paranoica, dirán— algún gobierno espíe todo lo que se relaciona con eso. La neta, a este punto, ya nada me sorprendería.

Lo que me ha hecho pensar esta situación que viví es que no quiero darle el poder a terceros de poner en mi cabeza información que no quiero conocer. Por ello he procurado mantenerme lo más alejada posible de las redes sociales y de todo cuanto mediante un algoritmo te sugiere alguna clase de contenido. Y sé que es irónico porque en gran medida el marketing digital actual se basa en ese tipo de técnicas, y yo trabajo en eso, pero después de lo que viví siento que es una violación a la privacidad y estoy revaluando el costo-beneficio de formar parte de esto.

Sobra decir que siento una profunda inseguridad de hacer nuevos amigos (ni siquiera de la maestría) o de aceptar nuevos seguidores en mi redes sociales. Por un momento el mundo se volvió el enemigo y no encuentro manera de defenderme.

Si mi atacante está leyendo este texto, le deseo que sienta lo que yo he sentido estos meses, espero que tenga idea de lo triste que me pone y a ver si sintiendo ese dolor aprende a no hacerle este tipo de cosas a la gente. Si lo que quería era lastimarme, lo logró. Pero no hay dolor ni mala experiencia que no te haga más fuerte.

Actualización al 19 de agosto del 2022:

Actualización del 25 de marzo del 2023:

Estaba viendo mis fotos y encontré estas capturas de pantalla que hice en 2020. Las del chico con la playera de los porcentajes y las fake news. Además, ahora caigo en cuenta que dice atrás algo de AJ+ (Aljazeera) y que critica a Israel, no sé si porque puse en mi diario que una compañera se fue de au pair a Israel le fue bien (y a mí en Doha, no). Esto refuerza mi sospecha de que tuvo algo que ver con eso. ¿Se habrán coludido con La Ibero? ¿Habrá sido un ataque aparte? Porque lo de las imágenes flasheadas en las clases de La Ibero sí fue real. Acá en esta carpeta están las capturas que encontré de 2020.

Otra cosa que acabo de recordar hoy, 25 de marzo del 2023, es que en mi diario escribí que me había «enchilado» que una niña fresa me pusiera un 9 (una profa de la maestría que no atinaba a escribir una sola oración sin cinco faltas ortográficas consecutivas). Y casi enseguida me apareció un comercial de Bubaloo o unos de esos chicles que decía: «Enchílate», anunciaba un chicle picoso.

Si es real, que comenzaron a dirigirme publicidad tan específica porque pensaban que esto me iba a hacer sentir bien, están re pendejos. Si solo lo estoy imaginando, me disculpo y me retiro. Pero es que eran cosas tan específicas que entiendo el por qué me dio un brote psicótico por estrés.

Si alguien de una agencia de publicidad estuvo detrás, por favor contácteme y dígame qué fregados pasó. A la fecha y por el resto de mi vida, no volveré a sentir Internet como un espacio seguro.

2 Comments

  1. Eso de escribir y que te aparezca publicidad personalizada, me parece que no es tan inusual. Al menos a mi también me ha pasado. Creo que es cosa de Google y Facebook, no tanto de haber sido hackeados.

    • ¿Podrías borrar mi respuesta anterior y esta, por favor? Puse como «website» mi nombre. Y resulta que redirige a una página para adultos… (al pulsar sobre mi nombre). No sabía que pasaba eso. Pensé que era privado.

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