Cosas que me pasaron online 3

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Este post es la tercera parte de las cosas que me han pasado online. Ahora veo cosas que me parecen extrañas y ya no sé si efectivamente lo son. En las fechas en las que alguien tuvo acceso remoto a mi computadora y estaba moviendo cosas, también tuve la impresión de que los contenidos que normalmente aparecen en los sitios web eran diferentes. Además, tuve la sensación de que la publicidad que oía y veía estaba diseñada para mí. Otra cosa: comencé a dar cursos en Duolingo y quienes se conectaban parecían ser avatares, no sé… gente extraña o extremadamente estereotipada.

Cuando comenzaron a bombardearme con contenidos ultrapersonalizados, comerciales a mi medida, me puse paranoica. La idea de la personalización fue completamente malentendida. Recibía mails de la Ibero con encabezados personalizados, en vez de que esto me gustara, me hizo sentir invadida.

En línea me ponían cosas muy personales, derivadas de información que no había hecho pública sino que tenía en mi diario y otros documentos «privados» pero que guardaba en la nube; muchos de ellos, ensayos de cuentos inacabados.

Un contraste con una cuestión personalizada que sí me gustó: Nespresso me mandó un café con mi nombre. Esto me encantó, mi nombre es un dato que compartí con ellos. Creo que en la Ibero quisieron hacer algo así pero a todas luces no les salió bien. A la fecha me siento paranoica y en vez de sentir afinidad, siento repulsión cuando encuentro coincidencias, se sienten forzadas.

Cuando comenzaron a usar mi información privada, que si bien, estaba en alguna nube o en algún chat privado, las cosas cambiaron. Sospecho que quizás alguien tenía mis contraseñas, o que dejé mi cuenta abierta, no lo sé. Pero esto que me ocurrió a mí solamente prueba que los internautas no tenemos privacidad, que incluso si las empresas (llámense redes sociales, empresas de telefonía, servicios de mensajería de correos electrónicos, etc.) no hacen públicos nuestros datos, sí los usan con otros fines y no se hacen responsables ante filtraciones derivadas de brechas de ciberseguridad.

Otra cosa que me saltó es que justamente hablé por teléfono con una amiga acerca del uso de dildos, de cómo estos empoderan a las mujeres al hacerlas conscientes de su propio placer y en algunos casos hasta pueden ser prescritos por los médicos (¿sabían que por algunas condiciones médicas las paredes vaginales podrían pegarse y las relaciones sexuales pueden ser dolorosas? En esta liga hablo de este tema y el placer femenino). En seguida la persona que tiene acceso, ya sea a mi correo electrónico o a mis llamadas telefónicas, un par de días después, me escribió esto, de una presunta empresa llamada getlov.com de dildos. ¿No es una inmensa coincidencia? No estoy hablando de que vi un banner de dildos después de hablar de ellos (cosa que sería «normal» en un banner de Facebook o algún otro medio donde también tengan publicidad, pues sabemos que es solamente por la coincidencia del término o palabra). En este caso en particular, me marcaron por teléfono. Y estas “coincidencias” han ocurrido con mucha regularidad a lo largo de ya casi dos años.

Una amiga con quien platiqué de esto me dijo: «bueno, pero te están mandando trabajo, úsalo a tu favor». El punto es que 1) dudo que sea real, 2) aceptar este trabajo sería aceptar que quien tenga acceso a mis medios de comunicación tenga poder de influir en mis decisiones laborales, 3) no es correcto, persigan el fin que persigan, intervenir los medios de comunicación de una persona común, como yo. ¿Por qué no emplear estos recursos en las empresas que obtienen adjudicaciones directas del gobierno? ¿Por qué no hacerlo en contra de funcionarios corruptos? ¿Por qué no hacerlo con narcotraficantes? Aceptar que intervengan tus comunicaciones es aceptar que te den el mismo trato que a un criminal peligroso.

Me imagino que quien tiene acceso a mis cuentas y llamadas se debe estar divirtiendo a costa de mi salud. Antes, cuando encontraba una coincidencia con algo o alguien, al oír una frase que yo también uso, por ejemplo, sentía conexión. Ahora siento un escalofrío y me provoca paranoia. Esto me llevó al hospital. Me causó una crisis nerviosa. Supongo que esto no le importa a la persona que está detrás de estos ataques. Estoy segura que en su mentecita pendeja hacerle esto a una persona no está mal, sino que es una manera de ejercer poder, dañando y ocultándose en el anonimato cibernético.

A estas alturas de lo que ha pasado, dudo de mi propio criterio. Posiblemente ahora veo con ojos extraños cosas que son completamente normales. Pero mi desconfianza está justificada. Y solamente quería compartir cómo va mi proceso de sanación ante las cosas que he vivido a lo largo de ya, dos años que fue el primer ataque (cuando al no saber o no darme cuenta de inmediato que otra persona estaba manipulando mi pantalla, tuve un brote psicótico que me hizo pensar cosas como que ya había muerto…).

Ya que la persona que me atacó no robó mis datos bancarios ni nada de eso, asumo que es alguien conocido que solo quiere divertirse a mi costa. Y también creo que pretende reírse o burlarse de ciertas actitudes mías. Lo cual me hace pensar en el gaslighting, del cual hablaré en una futura entrada. Total, al delincuente que me expuso a dicho estrés, le deseo que de alguna manera la vida lo enfrente a una situación equiparable.

Actualización al 19 de agosto del 2022:

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