Reencarnación… el Libro Tibetano de los muertos (Bardo Thodol)

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¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. (…) Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser

Podemos hacer una exhaustiva revisión al conocimiento científico del mundo y aun así las grandes incógnitas de la humanidad quedan sin resolver. ¿Qué es la vida? ¿para qué estamos aquí? ¿quiénes somos?

Hay personas que van por ahí con tanta paz que vislumbramos cierta sabiduría en ellas. A veces pienso que las cosas que nos preocupan pueden verse como un todo o como nada. De adolescente me salió un grano gigantesco en la frente. Hice lo que correspondía: lo apreté. Quedó tan mal, se me hinchó. Los lunes hacíamos una ceremonia a la bandera. En la fila, entre mis compañeras, yo me sentía miserable. Mi grano en la frente era el mundo. Todas lo veían. Me trataban con cierta condolencia, como intentando ignorar aquel alienígena instalado en la parte más notoria de mi rostro.

De repente, en medio de aquella ceremonia, tuve un pensamiento que a veces repito para mis adentros: solo soy una persona más. Cada quién tiene un grano en algún lado, una cosa que los molesta y que puede parecer el centro del universo, en torno a lo cual giran absolutamente todos los problemas habidos y por haber.

De alguna manera aquel pensamiento me relajó. Pensé, «si solo soy una persona más, qué más da mi grano». De serlo todo, pasó a ser nada. Y a la fecha a veces recuerdo ese momento para restarle importancia a los demonios que me persiguen.

Recientemente fue mi cumpleaños. Antes de dormir, comencé a angustiarme. Pensé: necesito un seguro médico, el que tengo no es suficiente. Pensé: no he tenido hijos, se me está yendo el tiempo. Pensé todas esas cosas que de momento fueron el mundo y mi corazón comenzó a latir con fuerza en la oscuridad.

Tal vez por eso he estado pensando en El libro tibetano de los muertos, también conocido como Bardo Thodol. He escuchado hablar acerca de la reencarnación. Quién sabe, cada religión tiene sus creencias. Al parecer en el hinduismo se piensa que reencarnamos, aunque lo ideal fuera no hacerlo.

Según este libro, cuando una persona muere su cuerpo sigue escuchando. Entonces el alma puede perderse o puede encontrar la luz y morir definitivamente, cosa que no es vista como algo malo sino como una integración con el todo. Una persona recita el Bardo Thodol en su oído para guiar al muerto en su camino. En caso de que su alma no lo logre, entonces se busca que encuentre un nuevo vientre en el que reencarnar, tras un balance del karma acumulado en la vida que se deja.

Dice la página de Wikipedia dedicada a esta obra:

El Bardo thodol (tibetano: བར་དོ་ཐོས་གྲོལWylie: bar-do thos-grol, ZYPY: Pardo Toichoi, dialecto de Lhasa AFI: pʰàrdo tʰǿɖøl) ―en español: «La liberación por audición durante el estado intermedio» o «Libro de los estados intermedios», erróneamente conocido en Occidente como El libro tibetano de los muertos― es una guía de instrucciones para los moribundos y los muertos que ―según la creencia del budismo tántrico del Tíbet― permite alcanzar la iluminación (nirvana) durante el periodo inmediato posterior a la muerte y por algunos días más, a fin de evitar renacer e ingresar nuevamente al samsara, pues se considera que la muerte dura 49 días y después de ello sobreviene un renacimiento en el ciclo de la reencarnación. Así, el texto da algunas recomendaciones a tener en cuenta durante ese ‘período intermedio’ conocido bajo el nombre tibetano de bardo.

En sí, creo que lo que nos preocupa, la raíz de nuestros miedos (al menos los míos) tiene que ver con la muerte, con no cumplir todas esas cosas que espero hacer en vida. A veces creo que mi experiencia en este mundo se puede dividir en puntos clave, casi como si en cada uno de esos cortes estuviera viviendo una nueva vida. Que cada etapa es un estadío espiritual que me ha dado cierto aprendizaje para llegar al siguiente.

Alguna vez escuché que mi hermana (ferviente creyente del esoterismo y los horóscopos) dijo que los hijos eligen a sus madres, pues tienen algo que aprenderles en la vida que les toca. En ese momento no le hice mucho caso, pero después de enterarme de la existencia del Bardo Thodol, le pregunté dónde había oído eso. Me respondió como si fuera una obviedad sabida por todos, que no recordaba pero que así era… le dije ¿entonces tu hija te escogió a ti? Y me respondió que sí, que algo tenía que enseñarle…

Tal vez me gusta pensar en la reencarnación porque no quiero morir. Porque creo que la vida es muy bella y quisiera estar aquí mucho tiempo y hacer muchas cosas.

Quizá cuando sea mi momento voy a decidir reencarnar. No sé cuál vientre elegiría… pero decidiría volver.

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