Por enésima ocasión desde que tengo memoria, un grupo de personas vandalizó un mural de David Alfaro Siqueiros que se encuentra fuera de las oficinas de rectoría en Ciudad Universitaria. El motivo suele cambiar, esta vez fue para protestar contra las denuncias no atendidas de violencia de género y acoso a la comunidad trans. Un tema, sin duda, de mucha gravedad. Se entiende que las estudiantes estén enojadas; yo misma lo estoy por estas y otras situaciones relacionadas que se extienden más allá de los campus universitarios.
Entiendo perfectamente que muchos sectores de la población estén enojados y, en su intento por llamar la atención de las autoridades, de las empresas, de la sociedad en general, se manifiesten. Es una manera sana de expresarse. Sin embargo, no lo es el destruir obras de arte. Además de que hacerlo no cambia nada, es más fácil destruir que crear, estas personas que van por ahí vandalizando murales, lanzando pintura a monumentos, pegando sus manos con pegamento a los marcos de las obras expuestas en los museos, etc. no transforman nada. Se vuelven noticia durante un día y después son olvidados para siempre, además de que las obras que intervienen, son prontamente restauradas.
Son más activistas quienes crean una obra de arte que aquellos que la vandalizan.
El arte a lo largo del tiempo
Históricamente el arte ha cumplido con diversas funciones. Desde las cuevas de Altamira, la humanidad se ha expresado de manera creativa. En otra época eran los reyes y la aristocracia quienes pagaban para que los artistas crearan obras, mediante una relación de mecenazgo. Conforme la historia avanza, el arte satisface diversas necesidades humanas, desde las estéticas hasta las que tienen que ver con transformar la praxis vital, es decir, la vida cotidiana. Los movimientos de vanguardia son la cumbre de esta idea: la que sostiene que el arte está ahí para transformar a la sociedad.
Autores como Walter Benjamin señalaban la necesidad de usar el arte como un arma de transformación social. En su famoso ensayo “La obra en la época de su reproductibillidad técnica”, Benjamin describe los cambios esenciales que sufre el arte a lo largo del primer cuarto del siglo XX, como la “pérdida de aura”, o sea, de singularidad; el arte pasa de ser contemplativo a masivo, por lo que el teórico apela a las nuevas tecnologías que permiten la reproducción de los objetos llamados arte, como las fotografías y los filmes, para despertar la conciencia social, ya que esta metamorfosis de lo que se considera arte permite que el arte sea político. Son más activistas quienes crean una obra de arte que aquellos que la vandalizan. Son además más memorables y trascendentes.
Tres ejemplos de Berrinche vs activismo
A continuación expongo tres ejemplos de berrinches vs verdadero activismo, a saber:
- Vandalizar vs expresar. Es un berrinche vandalizar una obra de arte; es activismo pintar murales con contenido político.
- Colgarse de una obra famosa vs crearla. Es un berrinche ir a los museos a pegar tu mano con pegamento al marco de una pintura; es más trascendente pintar una obra que represente el sentir de una nación.
- Censurar vs escribir. Es berrinche censurar un libro que no te gusta; es activismo escribir una novela que aborde problemáticas complejas de América Latina.
Vandalizar vs expresar
Berrinche es encapucharse para vandalizar un mural de Siqueiros. Tiempo de vida: Lo que tome restaurar el mural, un par de meses a lo mucho.
Activismo hizo Siqueiros con sus murales, como por ejemplo, los que pintó afuera de rectoría, donde podemos ver sus ideas políticas, propiamente comunistas, de lucha social y justicia:
- El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo
- Por una cultura nacional neohumanista de profundidad universal
- El derecho a la cultura (o Las fechas en la historia de México)
Tiempo de vida: Desde 1952.
Dice Irene Herner Reiss, especialista en este muralista, en entrevista para Gaceta UNAM:
“Siqueiros se caracteriza por la búsqueda y el hallazgo de nuevos materiales y herramientas, de nuevas perspectivas en relación al muralismo. Hizo murales interiores que nombró máquinas armónicas porque era la posibilidad de transformar con la pintura el espacio interior, y realizó desde 1932 murales al aire libre. Siqueiros es el padre del muralismo callejero.
“Esto sucedió en 1932 porque salió exiliado de México por cuestiones políticas –como solía sucederle–, llegó a Los Ángeles y lo invitaron a dar un curso de muralismo en el Instituto de Arte Chouinard, que era el único lugar de arte moderno que había realmente en California entonces. Siqueiros hace el curso y a la hora de querer realizar un mural con los alumnos –siempre pensó que la enseñanza del arte era el trabajo de el maestro con sus discípulos y los miembros de su taller– le dicen que no, le tienen mucho miedo porque es comunista y no le permiten pintar ningún mural en el interior de la escuela. Eventualmente le dicen que sí, pero en las fachadas exteriores. En aquellos años, lo único que había de pintura de fachadas exteriores eran los billboards, los anuncios espectaculares empezaban a surgir por todo el mundo”.
Colgarse de una obra famosa vs crearla
Berrinche es ir a un museo a pegar con pegamento tu manita en un cuadro. Tiempo de vida: Un par de minutos en lo que te corren del museo.
Más trascendente resulta El Guernica, de Picasso. Una obra cubista solicitada al pintor como respuesta al bombardeo de la ciudad española de Guernica por parte de las fuerzas aéreas alemanas e italianas, durante la Guerra Civil Española. Como dice la BBC en este video: «Todo el Guernica muestra piedad y respeto hacia el dolor». Tiempo de vida: desde 1937.
Censurar vs escribir
Berrinche es prohibir libros en lugar de considerarlos parte de un debate público, como Marx Arriaga, quien dijo que un libro cuyo contenido no había aprobado previamente la SEP y se distribuyó en escuelas de Chihuahua era «ilegal». Tiempo de vida: un sexenio. No dudo que el libro fuera malo y no expresara mis ideas y sentir, pero como dijo Voltaire:
Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.
Como contraejemplo, pienso en El otoño del patriarca, una obra de García Márquez que habla de un dictador que gobierna durante varias décadas un país sin nombre de América Latina. A través de la narración, García Márquez hace una crítica a la dictadura y al abuso de poder. Tiempo de vida: desde 1975.
¿Qué otros ejemplos de berrinches y activismo incluirías en esta lista? Cuéntame en los comentarios.