ortografía

La gente estúpida y la ortografía

/
2 minutos de lectura

Es tan pedante alguien que critica a quien escribe mal como quien escribe mal sin que le importe. Por ello, más que una apología al acto de escribir correctamente, comparto una reflexión acerca de cómo la ortografía es algo cambiante; se mueve al mismo tiempo que las lenguas cambian; mismas lenguas que se extinguen o se modifican a tal grado que de ellas nacen otras lenguas hijas.

La lengua cambia a la par que las sociedades. Ejemplos que pueden gustarnos o no son el uso del lenguaje inclusivo. Los más conservadores se dan golpes en el pecho al oír a los jóvenes decir «compañeres»; se les embizcan los ojos cuando leen «todxs»; o les rechina el oído cuando alguien dice la palabra «presidenta». No sabemos si estos usos «anormales» e «incorrectos» del idioma, pasarán en el futuro a ser la nueva norma.

Gracias a las personas que escribían con faltas ortográficas antes y durante la Edad Media, podemos estudiar cómo evolucionó el latín a las lenguas romances. Luego estas lenguas romances comenzaron a regular su uso y a establecer reglas ortográficas propias, muy lejanas ya a las de su lengua madre.

Por ello, también actúa con inconsciencia quien critica la manera de escribir de alguien que no tuvo oportunidad de estudiar. Se suele menospreciar y tachar de burro a quien escribe mal por ignorancia. Sin embargo, desde el punto de vista de la competencia lingüística, si estas personas se logran comunicar, eso es lo que importa.

La cosa cambia para quienes gozan de recursos intelectuales y académicos para escribir correctamente y, de manera deliberada, lo hacen mal. Ellos son los verdaderos estúpidos cuando de ortografía se trata.

Y ahora, un debraye:

En el principio fue la oralidad. Y las palabras estaban sin orden y se perdían. Y las tinieblas de la ignorancia creaban un abismo en el corazón del hombre. Los niños pequeños extendían sus brazos ante los sonidos y balbuceos, esperando cachar en el aire alguna palabra que les permitiera entender el mundo.

Y las palabras permitieron al hombre inventar a dios y hacer en su nombre las más extrañas guerras. La barbarie y la ignorancia son los mejores aliados. Pero luego emergió la escritura. Y la gente sabia que tenía algo que decir, la usó.

Y las palabras se usaron para construir los más hermosos poemas, cantar las más valientes hazañas, hacer las más líricas canciones; para declarar los más nobles sentimientos y elevar el corazón del hombre al éter, a lo bello, a lo verdadero, a lo justo.

Entonces había idiomas que dieron identidad a los pueblos, y los pueblos transmitían a las siguientes generaciones su sabiduría a través de la escritura.

Y entonces surgió la ortografía. Y las palabras adquirieron forma, orden y significado. Y el hombre vio que era bueno. Y gente docta estudió la lengua y estandarizaron el uso de sus idiomas. Y la comunidad de sabios empleaba esta ortografía como un código para entenderse.

Pero era cíclico y se movía de tanto en tanto. Llegaron de nuevo las guerras, el contacto entre distintas lenguas, el poder político que definió algunos idiomas como más importantes que otros y esas normas ortográficas cambiaban.

Idioma compartido entre distintos pueblos, dialecto compartido por un mismo pueblo, idiolecto ejercido por los individuos. Y cuando unos preguntaban a otros, ¿qué hace que tu lengua sea mejor? ¿por qué tengo hablar en tu idioma y tú no en el mío? respondían medio en broma, medio en serio, abstracciones cuantitativas: el tamaño de mi ejército, la cantidad de libros escritos con mis palabras, el número de pueblos amigos que aprenden mi lenguaje.

Lengua y humanidad juntos, escritura y ortografía cambiantes, registrando la historia de la vida en el mundo.

Comparte si te gustó y déjame tu opinión en los comentarios.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Lo último de Blog