¿Sabías que una de las actrices más icónicas de Hollywood también fue una inventora brillante y precursora del WiFi? En esta entrada hablaré de Hedy Lamarr, quien deslumbró al mundo con su inteligencia, talento y belleza.
Nacimiento e inicios en el cine
Hedwig Eva Maria Kiesler era su nombre verdadero. Nació en Viena en 1914. Era una niña superdotada con inclinación por la ingeniería, pero además tenía talento para las artes escénicas. Fue hija única de un matrimonio judío; su papá era banquero y su madre pianista. Su infancia estuvo rodeada de arte, cosa que despertó sus deseos de actuar para el cine.
Interpretó roles en algunos filmes menores y con el tiempo se dio cuenta de que para desarrollar una carrera como actriz tendría que irse a Berlín. Llegó ahí en 1931 y un año después protagonizó Éxtasis, una controversial película que la catapultaría a la fama. En ella interpretó el primer desnudo en la historia del cine y también el primer orgasmo de la pantalla grande, en el papel de Eva, una joven que contrae matrimonio con un hombre mayor y después se busca un amante más joven. Aunque ahora hablar del placer femenino está más normalizado, para aquella época resultó escandaloso.
Llamó entonces la atención de múltiples y poderosos personajes de la época, quienes mostraron interés romántico en ella. A los 19 años contrajo matrimonio con Fritz Mandl, un magnate de la industria armamentista.
Primer matrimonio
Hedy anunció su retiro de la industria cinematográfica y se dedicó a su matrimonio. Tenía dinero, joyas, sirvientes, viajaba a los mejores resorts de Europa, sin embargo era tratada como una esposa trofeo. En alguna ocasión llegó a decir:
Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida.
Madl era controlador y celoso. No le permitía actuar y solamente la dejaba asistir a eventos sociales con él, en los cuales Hedy conoció a personajes como Sigmund Freud, políticos vieneses como von Starhemberg e incluso algunos de los clientes a quienes Madl les vendía armas, como Benito Mussolini. Hedy tomaba nota; escuchaba acerca de armas y de política. En esta etapa de su vida aprendió acerca de las tecnologías armamentistas del ejército alemán.
A pesar de tener todas las comodidades que el dinero podía darle, Hedy añoraba su libertad. No le causaba orgullo que su marido vendiera armas a regímenes fascistas. Además, el nazismo se levantaba en Europa y al ser judía, esto la enfermaba. Por eso, en 1936 decidió huir de casa. Llevó consigo una bolsa de joyas que vendió para tener efectivo.
Este sería el fin del primero de seis matrimonios.
Carrera en Hollywood y maternidad
Viajó a París y luego a Londres, donde conoció a Louis B. Mayer, de los estudios Metro-Goldwyn-Mayer, quien le ofreció un contrato como actriz, con la condición de que cambiara su nombre y bajara de peso para cumplir con los estándares de belleza de Hollywood. Ella aceptó. En homenaje a la actriz Bárbara Lamarr, adoptó su apellido y viajó a los Estados Unidos donde triunfó a lo grande.
En 1938, con tan solo 22 años, Hedy debutó en Hollywood con la película Argel, que contaba una historia de amor. Su carrera despegó: apareció en revistas, comerciales; los críticos la amaban y las mujeres de la época la consideraban un modelo a seguir. Participó en más de una treintena de películas, algunas de las más destacadas fueron White Cargo y Sansón y Dalila, largometraje que ganó dos Óscares.
Hedy contrajo matrimonio en seis ocasiones; con algunos de sus maridos adoptó hijos, con otros incluso procreó, pero con ninguno estableció un lazo duradero. Tuvo complicaciones para coordinar entre su rol como madre y como actriz, por lo que mandó a sus hijos a un internado.
Tras su gran éxito en el papel de Dalila realizó múltiples películas, pero ninguna con tanta aprobación de la crítica. Además, para entonces el estereotipo de belleza estaba cambiando y se alzaban nuevos talentos que la audiencia prefería, como Marilyn Monroe.
Resistencia desde los Estados Unidos
Volviendo a los años de juventud de Hedy, en 1938 los nazis tomaron Austria. Las personas que conocía de su infancia pasaban por duros momentos, muchos vecinos fueron enviados a campos de concentración. A la distancia de su patria, Hedy se sentía a la deriva. Ya se había divorciado de Madl, contrajo nupcias por segunda ocasión con el guionista Gene Markey, con quien adoptó un hijo llamado James. Se divorciaron tan solo cuatro meses después.
Aunque Estados Unidos se había mantenido neutro ante el conflicto bélico que acontecía en Europa, todo cambió tras el ataque a Pearl Harbor. A partir de ese momento, el presidente Roosevelt declaró la guerra a Japón. Todos en Estados Unidos debían contribuir en esta guerra y eso incluía a los actores de Hollywood.
Para financiar la guerra se creó el Plan de Bonos de Defensa Nacional y enormes campañas para levantar un espíritu patriótico entre los ciudadanos. De acuerdo con Díaz González:
Una vez en guerra tras el ataque a Pearl Harbor por el ejército imperial japonés, Estados Unidos promovió inmensas campañas de propaganda con la misión de concienciar a la población entera de la necesidad de un espíritu patriótico total para aumentar la productividad y un mayor ritmo de creación de equipamiento y armamento bélico. Estrellas de Hollywood y héroes de guerra fueron utilizados por el gobierno de Estados Unidos para recorrer el país entero con un único objetivo, vender bonos de guerra.
Actores como Irene Dunne, Ronald Coleman, Greer Garson y la propia Hedy Lamarr, entre otros, iniciaron un recorrido para vender bonos de guerra. Abrieron la Hollywood Canteen for serving men, cuyo boleto de entrada era el uniforme, no se cobraba nada y los actores cocinaban y atendían mesas para animar a los soldados estadunidenses que irían a combatir. Además de otorgar autógrafos, las actrices eran instruidas a dar un beso en la mejilla a todos los integrantes de las tropas antes de su partida.
«Salto de frecuencia» para control de torpedos
Pero Hedy era mucho más que solo una cara bonita, como pronto se vería. Durante su matrimonio con Fritz Mandl había aprendido acerca de las frecuencias de radio y del funcionamiento de las armas, en concreto, las del ejército alemán. Durante el curso de la Segunda Guerra Mundial, se había mantenido particularmente atenta a la Batalla del Atlántico, donde las tropas estadunidenses tenían un problema: los Aliados en Europa requerían con urgencia víveres de Estados Unidos, pero los submarinos alemanes hundían con sus torpedos cientos de barcos antes de que llegaran a su destino. Se necesitaba una tecnología que les permitiera detectar los torpedos enemigos y también tener otros propios que operaran con mucha precisión y que fueran indetectables.
Hedy creyó tener la solución a tal problema: los sistemas de torpedos no debían usar un sola frecuencia de radio, como se estilaba, sino varias que parecieran aleatorias, de tal suerte que no pudieran ser interceptadas por los alemanes. Expuso su idea a al compositor George Antheil, un prodigioso pianista con quien inventó una tecnología de telecontrol de radio para torpedos cuyo diseño usaba 88 frecuencias diferentes.
La aportación de Antheil a la idea de Hedy se inspiraba en una obra musical que había creado previamente para el largometraje Ballet Mécanique, en la cual había tenido que sincronizar 16 pianos automatizados. ¿Por qué no usar este mismo sistema para coordinar cuándo cambiar de radiofrecuencia? De esta manera, las comunicaciones podrían camuflajearse, pues aunque la señal fuera detectada en determinado momento, al cambiar de frecuencia de manera en apariencia aleatoria, sería imposible seguirla a la siguiente frecuencia, a no ser que se contara con un código (que para entonces, eran papeles perforados con determinado patrón). A este invento se le conoce como «Salto de frecuencia» o «Espectro de difusión».
Un reconocimiento que llegó tarde
En 1940, Hedy y George enviaron su invención a la oficina de patentes en Washington. Aunque se filtró a la prensa que estos personajes habían inventado una nueva tecnología, los detalles de su funcionamiento se mantuvieron en secreto por el gobierno, que públicamente reconoció su potencial para la defensa nacional. Pero en realidad minimizaron la invención por proceder de dos figuras del ámbito artístico y por toda la carga peyorativa que ello conllevaba, recordemos que las actrices de Hollywood eran consideradas bellezas huecas, ¿por qué? Eso vendía.
Su invento no fue utilizado en su tiempo, pero posteriormente sus ideas sirvieron de base, entre otras, para tecnologías modernas como el WiFi, el Bluetooth y el GPS.
Últimos años y muerte
El tiempo es ingrato para las carreras que se basan en el atractivo físico. Los años pasaron y trastocaron el estereotipo de belleza de Hedy, quien se sometió a cirugías plásticas que resultaron desfavorecedoras. A sus 50 años, se enfrentó a un juicio en el que la acusaban de haber robado en una tienda, pero fue declarada inocente.
No fue sino hasta finales del siglo XX, que la tecnología que había patentado encontraría un uso masivo que volvería a darle visibilidad a la actriz, pero ahora por su faceta como inventora. El «Salto de frecuencia» encontró un uso definitivo en las telecomunicaciones, potencializado por el auge de los dispositivos móviles.
En 1997, a sus 83 años, se le otorgó el Pionner Award por el trabajo que había patentado en 1940. Hedy llanamente respondió «It’s about time», aludiendo a que su trabajo intelectual al fin había sido reconocido. Poco tiempo después falleció, a los 85 años, a consecuencia de una complicación cardíaca.
En conclusión, Hedy tuvo una vida fascinante. Inteligente y bellísima, ocupa un importante lugar en la historia del cine y también como inventora. Además, formó parte de una generación de actores que contribuyeron en una campaña propagandística sin precedentes y muy interesante de estudiar desde el punto de vista económico, como lo fue la financiación de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Sus últimos años nos permiten cuestionar el sistema actual en el que vivimos y la excesiva importancia que damos al aspecto físico.
La próxima vez que uses WiFi (probablemente, ¡ahora!) recuerda a Hedy Lamarr, la estrella de cine que iluminó nuestro futuro tecnológico. Cuéntame en los comentarios qué te pareció esta historia.