Un compañero de maestría comentó en clase que se sorprendió al entrar a Twitter y enterarse que el coreback de los Steelers había muerto. El twit era de una cuenta con palomita azul, a pesar de que él no la seguía, por el algoritmo de la red social, le había aparecido como primera noticia en su feed.
Después, se dio cuenta, la noticia era falsa. La cuenta que tradicionalmente había seguido, la que desde siempre había tenido su palomita de verificación azul, no era esa. Sin embargo, con las nuevas reformas que Elon Musk está haciendo en Twitter, cualquiera puede decir ser alguien que no es y quien no sea cauto, puede caer en una trampa y creérsela.
On April 1st, we will begin winding down our legacy verified program and removing legacy verified checkmarks. To keep your blue checkmark on Twitter, individuals can sign up for Twitter Blue here: https://t.co/gzpCcwOpLp
Organizations can sign up for https://t.co/RlN5BbuGA3…
— Twitter Verified (@verified) March 23, 2023
Supuestamente, la intención de Musk al hacer esto es obtener más ingresos y también detener a los trolls y bots. El primer objetivo está muy bien y seguramente que lo van a conseguir. Pero en cuanto al segundo, seamos realistas: las granjas de bots también habían pagado ya para poder pasar por las pruebas de seguridad, como por ejemplo, contratar líneas de teléfono para completar la verificación en dos pasos. ¿Será entonces que estas personas tramposas, manipuladoras de la información, no estarían dispuestas a pagar una verificación con tal de no parecer bots? La palomita azul no resuelve este problema pero seguro que hace más millonario a Musk.
La democratización de las plataformas para crear contenido, tales como sitios web, redes sociales, ha puesto en jaque la «oficialidad» atribuida por cuestiones políticas o poder económico de los medios tradicionales de comunicación, los que históricamente habían sido considerados válidos, con la única verdad accesible e irrefutable. Lo cual, desde el punto de vista de la libertad de expresión, está bien siempre y cuando quien dice algo, no desaparezca después. Si por cuestiones de seguridad no se hace público el nombre de quien lo dice, hay otros mecanismos para publicar información, como WikiLeaks, donde se entiende de antemano que la información es sensible y debe ser verificada.
¿Musk se hará responsable por quien pague en Twitter por la palomita azul y haga mal uso de ella? Claro que no.
Y no pude evitar pensar en que ocurre algo similar con el certificado SSL de los sitios web. Un certificado SSL (Secure Sockets Layer) es un archivo que se instala para permitir una conexión segura entre el servidor y el navegador web del usuario. Los certificados SSL son emitidos por autoridades de certificación de confianza y pueden ser de diferentes tipos, cada uno con distintos niveles de validación y seguridad.
Antes cuando desarrollabas un sitio web, por defecto, tu sitio no tenía el candadito que aparece con la configuración SSL. Si querías tener el candadito, tenías que mandar tu acta constitutiva, verificar de algún modo que la página «oficial» de una empresa, realmente lo fuera. Ahora los servicios de hosting dan este certificado por defecto, por lo que entre el grueso de la población que no está tan informada sobre cuestiones de seguridad web, puede también existir esta confusión. Por ejemplo, puede alguien comprar el dominio con el nombre de cualquier empresa y hacerse pasar por ésta sin serlo necesariamente, y aún así tener el candadito de seguridad.
Por ello, desde mi punto de vista, los mecanismos de verificación son necesarios, no son solamente una cuestión de vanidad. Alguna ocasión caí en un fraude cibernético, entré a una página que decía ser el outlet de una joyería. La página era idéntica que la original, caí en la trampa, metí mis datos bancarios y me cobraron por unos aretes. Me llegó, sin embargo, muchos meses después, joyería de pésima calidad, de plástico, llena de rebabas que no correspondía con las fotos. El sitio web desapareció y no hubo modo de hacer nada (contacté con la policía cibernética, me dijeron que no podían hacer nada pero que pusiera la denuncia para que «quedara como estadística»).
¿No será que ahora en Twitter muchas personas podrán comprar seguidores para parecer oficiales, pagar la verificación por un par de meses, y estafar a incautos como yo hace un par de años? Además de que no se resuelve el problema de los bots, esta decisión deja vulnerables a personas sin mucha experiencia tecnológica.